miércoles, 24 de febrero de 2010

Retorno...

Estoy de vuelta. ¡He regresado al mismo camino!, a los mismos diluvios que me intimidan, que quieren llevarme a cierto lugar distante y al final no se arriesgan a tomarme. Mí rezagada memoria se desvanece en el precipicio del tiempo y después de huir como agua en los acantilados dejando muchas preguntas en las manos, no alcanzaré a enredarme en ningún cuerpo, y no podré reencarnar, a lo mejor mí tiempo ya pasó. Ahora no sé si debo rendirme. Me acorralan los verbos esos que sonámbulos transitan por mi mente aturdida, me acorralan los nombres los que deambulan grises y callados en mis calles recién lavadas por el llanto. Aunque en la espalda ya no me caben más latigazos, me azoto con ironías e indiferencias. Tal vez no pueda cambiar la dirección del viento, pero podré ajustar mis velas, seré una voz como caricia, un olor aferrado a la naturaleza, un recuerdo o mejor un olvido. De noche seré dos seres, uno de niebla y otro de frío, unos ojos curiosos que miren desde los últimos sueños. He preferido el retiro, deseo sumirme en el hogar de otras sombras, para espantar estas madrugadas gélidas que me gobiernan. Deseo arroparme con la brisa, con el último y quebrado aliento del amanecer, hasta que logre encontrar un nuevo ser, que quiera regalarme una nueva historia que vivir.

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