miércoles, 24 de febrero de 2010

Gravedad...

Gracias al espléndido detalle de la ley de gravedad, he caído en los suburbios presa de la noche que huele a neón. Las calles tienen un extraño matiz.
La brisa de estimulantes, corre como componente básico de este aire nocturno y yo aspirando profundamente, me asemejo cada vez más a esos rostros que me rodean sin preguntas y sin nombres. La muerte aspira el hipnótico aire en la distancia, recorremos las calles como esnob de los paladines color púrpura que nos comandan, giran los umbrales al ritmo de cada jadeo, de cada inhalación.
Temblamos como mariposas heridas, somos pequeños seres de oscuridad, lejanos. No podemos tocar nuestros miedos en este día desnudo de sol, no podemos acercarnos no nos reconocemos.
Cuando seamos ceniza de otro espacio iluminado, entre el humo podremos respirarnos a nosotros mismos y allí tal vez encontremos un motivo para encender el universo.

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