sábado, 20 de febrero de 2010

Mujer...

Mujer de barro, sangre real más por verdadera que por majestad,
mujer latina de fuego y brasa, has labrado otro día,
tejido otro sueño, tallado otra vida.
Le das a los hijos, más que raciones de cuerpo, sustento de alma.
Bravío y fuerte tu brazo alcanza para sembrar el maíz,
y acunar la esperanza en los ojitos soñadores.
El sol aún tímido quiere abrazarte, ante tu piel fuerte y cálida se rinde.
Hay surcos en tu rostro, mujer de piel y espíritu de acero.
Surcos de fertilidad, de belleza infinita,
de profundo saber, embellecen tu sagrado rostro.
Es tu aliento de hierbas y café, dulce aroma
que anima el quehacer bendito, y ante las sedas y las riquezas
triunfará tu pie que lava las penas en el río,
triunfarán las sonrisas que has pintado
en las caras morenas de tu brava estirpe

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