miércoles, 24 de febrero de 2010

Equilibrio...

Quietudes de mi mente me rodean y danzan las copas. Fue mi latido fundido a enredarse en el tañido del mundo, aquel que ya es delirio. Repito sin cesar la suerte sonora de los nombres, de los deseos de contacto. Conquisto dominios olvidados, siento que a cada paso, voy pisando residuos de atardecer. Me hundo mientras mas avanzo; sé que la orilla es próxima.
Me agitan los Frenéticos deseos de buscar rastros, evidencias, es una prueba difícil. Llegan las cortes y en ellas el murmullo de una voz lejana; entre vocablos percibo sueños, y en ningún espíritu me reconozco. A través de los delgados hilos de la verdad, veo los párpados cansados de los durmientes, con ellos se cierran mis sentidos, todo termina... termina el aroma eminente de los jazmines porque no logro percibirlo, termina el destello de los ojos enamorados porque hasta el amor se evapora. Mi afecto nació y ascendió y sucumbirá como dejan de existir las cosas.
Al pasar de los ciclos, al calor de los cuerpos, sin olores, sin jazmines los amores nacerán y también otras cosas morirán ya que todo termina, y tal vez eleve mi mirar y con mi risa callada, sin importar a donde pertenezco, si al jardín o al desmayo, me meteré en los sueños, en otros mundos, en otros horizontes, hasta que mi presencia quede plasmada en las evocaciones, sustento de otras quimeras, para hacerme inaccesible y por fin poder cerrar los ojos.

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